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jueves, 29 de julio de 2010

El espejo*



Por Carolina Heredia Torres (3º Secundaria Modelo)

Abro los ojos, me encuentro frente a un espejo, una habitación oscura con un tenue resplandor de foco blanquecino, miro hacia el espejo, imagino mi futuro lo cual sería común en cada adolescente, imagino las preguntas que me haría pero tal vez no tenga el valor para escuchar las repuestas.

Sigo mirando el espejo tratando de visualizarme a los 30 años, "Un minuto" "¿Acaso mi figura cambio?". De un momento a otro lo que antes era una niña cambio por completo a una adulta, mi ojos como platos, mi cuerpo inerte, la habitación en silencio y mi reflejo adulto. Ella sonríe como si le diera gracia mi expresión, es más bonita, pareciera que no soy yo, con esa mirada que refleja trabajo, experiencia y madurez. Alta, cabello largo, cuerpo formado, y una linda sonrisa. Sus hermosos labios se abren – ¿Acaso no saludas? – Me reprende por mi falta de educación. "Supongo". Es lo máximo que alcanzo a decir, en mi mente están las respuestas pero no fluyen como yo quisiera. "Bueno, ¿y qué me quieres preguntar?". Tan sólo de imaginar que las repuestas están a mi alcance sonrío de oreja a oreja y prosigo.




"Dime ¿que terminamos estudiando?" Ella me observa y antes de contestar sonríe entusiasmada, esa expresión es la mía reflejada; agarra autonomía con una expresión parecida y comienza a responder: "Ingeniería química e industrial más un poco de medicina." Mi expresión de sombro no se refleja en el espejo, ella continua: "Controlamos una farmacéutica llamada CCA (Centro de Control de Asma), en la cual nos especializamos en tratamientos y terapias con medicinas innovadoras creadas por mí, para la gente con asma crónica como nosotras y por si te lo preguntas sí, somos ricas." Sonríe y termina. Dios, sólo eso podía pensar aunque la pregunta siguiente salió casi sola: "Y ¿Cuántos años nos tardamos en eso?" Con una mirada perdida contesta: "Casi ocho años si no es que más, pero valió la pena te lo aseguro." Sonríe de nuevo. "¿Será que yo siempre sonrío así?". "Un anillo de bodas", me pasa por la mente y sin darme cuenta la cara que tiene ella la tengo yo pues sonreíamos con la misma expresión perdida, encantadora y soñadora, ella en el pasado y yo en el futuro.

- Sí, claro que hemos mantenido nuestra promesa de amor viva como una llamarada de pasión,
¿A caso no lo vives, no te acuerdas?, ¿No?, bueno– suspira con decepción.
- Te casaras con él a los 22 años, la boda será magnífica y será casi el mejor día de tu vida, porque el mejor fue conocerlo.
- Créeme mi pequeña niña hermosa que yo siempre te amare, te lo prometí y jamás dejare de hacerlo.

Mis ojos se inundaron de lágrimas al ver la imagen de un Bruno como un adulto, su mirada de ternura le suaviza las facciones, siempre tiene expresión dura pero es un niño, tan guapo y caballeroso como siempre, la abraza, yo siento sus abrazo cálidos alrededor de mi, la toma del rostro, siento la ternura y la presión alrededor del mío, la besa y en mi interior se enciende una llamarada que recorre mi cuerpo, me siento en el aire y suspiramos al unisonó ella y yo mientras nuestro marido nos rodea por la cintura y sin decir mas que un te amo al oído se quedo callado.


Cierro los ojos, me doy cuenta que mi futuro es perfecto, más bien tiene lo básico, lo importante, cómo me lo imagino, cómo lo sueño, cómo…

El espejo se cuarte, mi imagen se distorsiona, trozo por trozo se sigue cuarteando, me sobresalto pues fue un acto inesperado, seguido de eso, se rompe soltando consigo un fuerte crujido que inundo toda la habitación, muy sorprendida me hago hacia atrás para evitar cortes, comienzo a llorar, no me entra en la cabeza la razón por la cual ese bello destino desaparece, ¿Abra sido mi curiosidad la que lo rompió?, sigo llorando, me arrodillo ante los trozos de espejo sin importar los cortes que me ahora tenia y de los cuales emanaba sangre la cual mancho los trozos de espejo que reflejan un techo oscuros y un foco blanco, la luz que emana de él se reflejaba en mi rostro iluminándolo lo cual impide ver con claridad, me tallo los ojos para ver si veo mejor con menos lágrimas en ellos, miro mi reflejo lloroso entre luz, oscuridad, sangre y lágrimas, un reflejo que muestra miseria y pánico, uno que demuestra a una adolescente y sus sueños hechos pedazos, seguir llorando era lo máximo que podía hacer, de pronto una voz aterciopelada resuena en mi cabeza


- Despierta por favor, despierta. – alguien rosa mis labios con los suyos.
- No, llores solo despierta.


La voz inolvidable de mi amado hace que me despierte de la pesadilla, recupero el conocimiento, él que tanto insistía en que yo despertara era Bruno quien recostado a mi lado tenía una expresión de angustia.


- ¿Qué tienes? – pregunta más tranquilo.
- Una pesadilla – contesto en sollozos.
- Tranquila, estoy contigo ¿sí? Tranquila. – Me tranquilizo, mientras repite esas palabras en mi oído y me acaricia muy tierna y suavemente.
- ¿Mejor?
- Sí amor.
- Sera mejor que nos durmamos de nuevo.
- Si – Suspiro. – Buena idea.

Sonrío, me tallo los ojos anegados de lágrimas y los vuelvo a cerrar.


La habitación, el espejo, mi reflejo y un “Hola” rompe el silencio.



*Cuento ganador del Concurso de cuento de la secundaria de la Escuela Modelo 2010.


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