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sábado, 30 de enero de 2010

Un espejo compuesto de letras

Reseña


Por Santiago Gómez

Crecer bajo la sombra de un amigo y vivir odiándolo. Esa es quizá una de las sensaciones de inferioridad y tristeza más fuertes que pueda existir. Ser hipócrita y saberlo sólo nos traerá el amargo sabor de la soledad y la desconfianza.

Personalmente, es decir, en carne propia, jamás he tenido estas sensaciones ni me he visto en una situación como la que nos narra “La Zarpa”, cuento de José Emilio Pacheco incluido en El principio del placer, posiblemente, y sin decirlo de forma feminista, es porque los hombres somos más simples. Nunca he estado en la cumbre de la pirámide social pero sí lo he deseado y anhelado. El querer pertenecer a un grupo es algo natural en las personas. Ésta es una de las ideas principales que el autor buscó plasmar en su obra, y con la que uno tiende a sentirse familiarizado.




A pesar de todo, he tenido la fortuna de no guardar rencor a mis amigos. Algunos se han ido y otros más han cambiado, y no por eso les he dejado de querer, pues pienso que cada quien debe elegir el camino que más le guste y en algunos casos la gente tiende a separarse.

Ahora, por otro lado, tengo una muy buena amiga a la que siempre le ha gustado leer y suele ser simpática. Sin embargo, es de carácter fuerte y algunas veces es difícil llevarse bien con ella. Durante toda su infancia, fue la mejor amiga de otra jovencita a la cual todos volteaban a ver, todos la querían y todos la conocían. Mi amiga me relató, prácticamente con las mismas palabras del cuento de Pacheco: la experiencia de vivir opacada por alguien más. Todas las sensaciones y emociones que sentía al ver a su amiga junto a otras personas más son muy parecidas a las del relato, inclusive el final.

El cuento concluye en que ambas envejecen y la edad las vuelve a unir, quizás por la madurez o tal vez sólo porque ambas ahora estaban solas. Para aquella que había vivido por debajo de la otra, aquel momento la llenó de alegría, ver a su amiga en desgracia la hacía feliz. Quizás no sea tan drástico el final de la historia de mi amiga, pero ella sí se alegró al saber que todo mundo ahora se alejaba de su compañera.

¿Cómo es posible que un cuento que no tiene más de cinco hojas sea capaz de mostrarnos una faceta de la vida real que tal vez no habíamos visto antes?

Siempre he creído que todo lo que pertenece al reino de lo subjetivo, es decir Mythos, más que llevarnos a otros mundos nos muestra la magia o la intriga que ya existe en el nuestro. El principio del placer es un libro que, al momento de abrirlo, más que ver una serie de letras bien dispuestas, pude ver el brillo que genera la luz de un espejo.


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