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sábado, 17 de octubre de 2009

El incidente de la tirolesa

Anécdotas de ex alumnos


Por Gilberto León


Como la mayoría del tiempo, David (un amigo y compañero de clases en la Modelo) pasó a recogerme a mi casa, como siempre, no habíamos despertado por completo y, a decir verdad, no teníamos ganas de entrar a nuestras clases.

Recuerdo que nos bajamos del coche en el estacionam
iento del Club Escuela Modelo y caminando a la Preparatoria algo iluminó nuestros rostros: era una oportunidad única pues en las modeleadas pasadas siempre quitaron la tirolesa, desde donde nos aventaban, el mismo día al término, pero ahí estaba. El sol matutino la iluminaba directamente, recuerdo haberle preguntado a David, "¿Sabes qué significa eso?" y David me respondió "Que la mochila de alguien colgará de ahí al rato!"




El día continuó su curso como cualquier otro, hasta que en la clase de Dibujo David me dijo: "Es hora." El maestro nos retiró y corrimos al salón antes de que nuestros compañeros entren, tomamos la mochila de Gaumer (amigo y compañero también) y caminamos de manera disimulada al pasillo del fondo (es decir que corrimos como niños con juguete nuevo a probarlo). Cuando llegamos comprobamos que nuestra suerte no hacía más que mejorar, pues los de segundo habían salido a la Universidad Modelo y no habían testigos de la broma que estábamos a punto de realizar. Tomamos una silla, yo sostuve la mochila mientras David la amarró al cable de la tirolesa. Cuando por fin estuvo bien amarrada la empujamos y se deslizó hasta la mitad del cable, literalmente, no podíamos dejar de reírnos y eso atrajo la atención del siempre pendiente prefecto mejor conocido como Catzín (Catsup de cariño), quien nos dijo que bajáramos la mochila inmediatamente y que fuéramos a hablar con él. La suerte se acabó, le pedimos que por favor dejará que la mochila colgara hasta que Gaumer la viera y nosotros pudiéramos terminar la broma. Entre una mirada de autoridad y risas de complicidad nos dijo que estaba bien, si luego nosotros nos comprometíamos a bajarla, a lo que, por supuesto, aceptamos.

No pasó mucho rato para que Gaumer pasara con un grupo de personas y el maestro de dibujo; fue el primero en notar la mochila, aunque no en notar que era suya. Gaumer comenzó a reírse y dijo, "¡Miren, hay una mochila en la tirolesa! ¿De quién será?", todo esto entre risas, claro, a lo que una de esas personas le contestó "oye... ¿Que no es tu mochila?", Gaumer, por supuesto, regresó la mirada y sus risas se transformaron en una cara de asombro, especialmente cuando nos vio a David y a mí riéndonos.

Gaumer subió y estaba enojado, pero nosotros nos habíamos comprometido a bajar la mochila cuando él la viera, así que comenzamos.

El primer problema que tuvimos fue que no lográbamos alcanzarla para traerla de vuelta y tampoco logramos que se deslice así que tomamos una regla "T" y con eso pudimos jalarla hacia nosotros, "fácil" pensé, pero nos dimos cuenta que no podíamos deshacer el nudo, para esto ya había mucha gente observando lo que sucedía; uno de los presentes era el maestro de dibujo y recuerdo que nos gritó, "¡Gilberto!, David!, ¿De quién es la mochila?", a lo que respondió David, "Pues es de Gaumer", "Entonces que la baje él!", la gente estalló en risas, incluido el propio Gaumer. Minutos después de no tener éxito desamarrando la mochila, se le ocurre a un amigo, "Dinho", abrir la mochila, pero no tomó en cuenta que la mochila estaba boca abajo, entonces, todas las cosas cayeron al suelo, incluido un perfume que se hizo pedazos y el aroma se extendió por todos los salones cercanos, los estudiantes al escuchar semejante ruido, salieron de sus aulas a averiguar que pasaba.

Luego de mucho tiempo sin poder bajar la mochila, decidimos que cortarla era la única solución, así que tomamos unas tijeras y cortamos unos centímetros una de las tiras de la mochila. Gaumer al pensar que su mochila estaba arruinada nos exigió una nueva, pero cuando se la entregamos se dio cuenta que en realidad el corte había sido insignificante, y nos aclaró que no era necesario, aunque nosotros estábamos dispuestos a comprarle una nueva, pues fue a causa nuestra que la mochila se tuvo que cortar.

La gente regresó a sus salones, durante todo el día se habló del incidente y nosotros nunca olvidaremos la cara de Gaumer al darse cuenta que su mochila colgaba de la tirolesa.


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